Termina junio y con ello, el mes de celebración, visibilización, conmemoración y concientización sobre las personas diversas sexualmente. Sin embargo, no pueden ni deben terminar los esfuerzos en los diferentes centros de trabajo.
La incorporación real de la diversidad sexual en un ámbito laboral no es algo de un mes, ni de una bandera. Ni siquiera es de un poster alusivo, felicitaciones por correos, participación en un desfile o decoración de arcoíris. Va mucho más allá. Es una labor de todos los días, donde las capacitaciones que se brinden al personal apenas abren la puerta de un esfuerzo que debe ser coordinado, insistente y ante todo, consecuente, para que todas las personas, sin excepción, sientan que su lugar de trabajo ofrece un ambiente seguro, libre de discriminación, donde no es necesario disimular o enmascarar su orientación sexual por temor a malos tratos o incluso, un despido.
Debemos tener claro que, en muchos casos, estaremos lidiando con un prejuicio, tal vez incluso inconsciente. Una o varias personas que al recibir información sobre el tema, precisamente porque no hacen consciente su prejuicio, podrían pensar que no tiene nada que ver con ellos y seguir como siempre.
Por eso debemos insistir, recordar, preguntar, revisar y sobre todo, medir. Debemos saber a ciencia cierta si nuestra empresa está haciendo algo al respecto, si puede hacer más, si hemos quedado debiendo. Solo así podremos saber si, finalmente, estamos contribuyendo a un cambio y recibiendo los beneficios demostrados de un entorno diverso e inclusivo.
Por Alejandra Montiel
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